jueves, 24 de octubre de 2013

Sexualidad en el adulto mayor I

La sexualidad en la vejez es maltratada, poco conocida y menos entendida por la sociedad, por los propios ancianos y los profesionales de la salud a quienes acuden las personas de edad avanzada con problemas y dudas al respecto.
El mito que los ancianos ni están interesados, ni son capaces de comprometerse con la actividad sexual cambia gradualmente, no obstante, aún está lejano el día en que se alcance un conocimiento completo de la sexualidad geriátrica. Hasta hace poco, se creía que el contacto sexual era de esperarse en los adultos jóvenes, pero era anormal cuando lo deseaban los ancianos.
Durante años, la sexualidad en los ancianos fue catalogada como una aberración; sin embargo, cada vez parece más clara y aceptable que la función y la satisfacción sexual son deseables y posibles en la mayoría de ellos. No obstante, en la actualidad muchas de las insatisfacciones sexuales no son referidas y, en consecuencia no son diagnosticadas ni tratadas correctamente.
A lo largo de la historia se ha institucionalizado y ridiculizado el hecho real de la sexualidad durante la vejez. A este estado de la vida se le ha asociado con pérdida del deseo y de la satisfacción sexual, así como nulo interés en la misma. Hoy sabemos que esto no es cierto, y que para el adulto mayor la sexualidad es de gran importancia.
¿Qué es lo que en realidad sucede? El adulto mayor, por haber crecido en una época de tabúes, mitos e inexactitudes sociales y científicas, no consulta por su disfunción sexual y cree que es natural y lo acepta así.
Tanto en el hombre como la mujer ocurren cambios internos y externos como efecto del envejecimiento; hay una respuesta más lenta en la sexualidad y es más notorio en el hombre. Además, se ha demostrado que el líquido lubricante es de menor volumen y la eyaculación con menos fuerza y en menor cantidad. Hay además disminución de la libido sexual, y esto es por múltiples causas, principalmente por la disminución de la testosterona producida a nivel testicular y a factores como el alcoholismo y enfermedades crónicas debilitantes.
En el adulto mayor la asociación de cambios metabólicos (hormonales, enfermedades, hábitos de vida) así como los efectos sicológicos del envejecimiento, son causa mixta de trastornos de la sexualidad. El uso de medicamentos antihipertensivos (betabloqueadores sobre todo), los anti psicóticos, antidepresivos, el consumo elevado de alcohol y otros son factores que empobrecen la vida sexual del adulto mayor.
¿Qué sucede en la mujer? Su paso a la menopausia juega un rol importante en la sexualidad. Con la menopausia se termina la vida fértil de la mujer, y esto causa más tranquilidad por el hecho de no haber temor a embarazos no deseados. Por otro lado, golpea la autoestima, haciéndola sentir menos mujer, menos atractiva o deseable, les crea inseguridad y temor a no poder mantener su vida integral.
El déficit hormonal, lógico por el envejecimiento, produce cambios en el aparato urogenital, lo cual lleva a mayor incidencia de infecciones urinarias bajas, dolor a la penetración y coito en general, disminución de la lubricación del introito vaginal (resequedad), y por ende a evitar el coito por miedo a sufrir.
Paradójicamente el hecho de disminución de estrógenos hace que los andrógenos circulantes (la mujer los posee en pocas cantidades), hace que más bien les aumente la libido sexual (deseo).
Como en el hombre, los factores asociados juegan un papel importante en la sexualidad femenina, la diabetes, la obesidad mórbida, la hipertensión, el hecho de tener o no una pareja estable (viudez, divorcio), no tener una estimulación pre coital adecuada (por dificultad para lubricar o resequedad vaginal), hacen que en las mujeres vayan aceptando la falta de sexualidad y vida sexual como algo normal, y además socialmente no bien visto a “su edad” y oculten su problema y sus deseos por vergüenza social y familiar.
Podemos por tanto decir que el hecho de envejecer se asocia frecuentemente a disfunción sexual en el hombre y la mujer, pero que no es un evento natural de la vejez y que sí hay respuesta para el manejo adecuado de dichos problemas.
¿Qué hacer con el adulto mayor que tiene problemas de sexualidad? Lo más importante es oírlos y hacerles saber como familia y como médicos, que estamos abiertos a sus necesidades y problemas. En segundo lugar, una historia clínica completa y que haga énfasis en la calidad de vida sexual de su juventud, así como en las enfermedades actuales y sus tratamientos. Tercer lugar, un adecuado examen físico con énfasis en sus genitales, tensión arterial, estado neurológico central y periférico, exámenes de laboratorio que nos sirvan de guía para el diagnóstico y/o confirmación de enfermedades preexistentes. Y por último, el tratamiento personalizado del adulto mayor para mejorar su vida sexual, en base a darle calidad de vida sin poner en peligro la misma. El uso de reemplazo hormonal local y sistémico, en la mujer deberá ser hecho en interrelación con su ginecólogo, y el reemplazo hormonal en el hombre por vía sistémica deberá ser bien valorado con el paciente y sin poner en riesgo su vida. El uso o no de medicamentos que ayuden a mejorar la disfunción eréctil, serán igualmente valorados de manera individual y personalizada con cada paciente.

Neira, C. (2013). Sexualidad en el adulto mayor. Recuperado el 24 de Octubre de 2013 de, http://www.elnuevodiario.com.ni/suplemento/saludysexualidad/3471

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